Islandia es un territorio en el extremo. Islandia es una isla plantada en mitad del océano Atlántico, en los límites de Europa y de América, al borde del círculo glaciar ártico. Una isla en el extremo del mundo y en el extremo de lo habitable. Pero al mismo tiempo, Islandia en un destino turístico cada vez más apreciado por los viajeros.
Un viaje por un destino que combina una historia increíble, una naturaleza sublime y espectacular, un compendio, finalmente, de lo que es el viaje. Esa sensación indescriptible que es una mezcla de soledad y de armonía, de pasión, velocidad y calma. Esos sonidos del silencio de los parajes desolados donde reina la paz de la naturaleza. Esos lugares que parecen recién construidos para nosotros y que, sin embargo, llevan ahí, cambiando desde hace eras.
Turismo e información en Islandia
Islandia es todo lo contrario de un destino para los turistas pasivos. Se trata de un camino a explorar y descubrir, donde estaremos solos, y donde tendremos que contar con los otros. Una isla mágica donde reencontrarse con el espacio y disfrutar del aire puro, y donde, paradójicamente, se observan los desmanes de la economía más salvaje e irracional y los cambios climáticos.
Islandia lo resume todo. Islandia ha sido un puente entre Europa y América, una colonia vikinga, un laboratorio de la economía neoliberal y, ahora, un esbozo de otras formas de economía. Un país con recursos energéticos y con la solidez de una población escasa pero tenaz. Los islandeses merecen que les visitemos para comprender sus logros al dominar esta roca anclada frente a Groenlandia y el Ártico. Pero también para entender sus errores, ecológicos y económicos. En Islandia se aprende qué es lo imprescindible en la vida, qué es lo necesario y lo superfluo, qué hace falta para convivir con el poder de la naturaleza.
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Islandia, una tierra de hielo, una isla de tierra, de agua, aire y fuego.
Es la isla más grande y majestuosa de todas las que jalonan el Océano Atlántico. Su clima no tiene nada que ver con el de la isla portuguesa de Madeira, las Azores, las Islas Canarias, o Santa Elena. Y sin embargo, la naturaleza es la principal riqueza del país. Una naturaleza nueva, ya que la isla ha surgido de la dorsal que divide y aleja América y Eurasia.
Islandia posee decenas de volcanes, algunos de los cuales con sus erupciones perturban el tráfico aéreo de media Europa; fallas que la recorren de Este a Oeste; glaciares inmensos; lagos; islas que surgen de la nada en mitad del océano, bahías y fiordos profundos. Paisajes para mantenernos en silencio y disfrutar de esas imágenes que nos acompañarán el resto de nuestra vida.
Nada más aterrizar en Islandia, la península de Reyjkanes es ya un paraíso para el viajero. Faros como el de Gardur, fallas, campos de lava, centros geotermales, lagunas azules y cementerios de barcos como el de Gríndavik nos transportan a otro planeta. Y solo es un compendio, un anticipo de todo lo que veremos en Islandia.
El fuego islandés.
Sobre la Dorsal atlántica se halla esta isla singular. Sobre la misma línea de la dorsal, Islandia es cumbre de las montañas submarinas por las que se crea corteza terrestre. Su pasado volcánico es presente y hábito. Así surgió en 1963 la isla de Surtsey el territorio más joven de la tierra. 130 de sus 200 volcanes están activos y cuando despiertan suelen ser temibles. Así se recuerda la historia trágica del Laki en 1783 que a punto estuvo de acabar con la población islandesa, o la más reciente del Eyjafjallajökull en 2010 que interrumpió el trafico aéreo de Europa durante varias semanas. Otros volcanes han entrado en el imaginario colectivo, como el volcan Snaefellsjökull donde Julio Verne situaba el inicio del periplo del Viaje al Centro de la Tierra.
De hecho toda la península de Snaefellsnes es otro de los destinos que no hay que perderse. Pueblos como Olafvik, Arnarstapi o Stylkkishólmur, acantilados, cráteres, fiordos, montes inconcebibles, caminos perdidos y granjas salpicando un territorio virgen y majestuoso. Uno de los lugares más espectaculares de todo viaje a Islandia. Y sin hablar del mítico Parque Nacional de Snaefellsjökull, del que hablaremos mas tarde.
Recientemente dos nuevos volcanes han surgido en el sistema de fallas de Krýsuvík, en la península de Reykjanes. Esta zona de Islandia es conocida por el aprovechamiento de la geotermia y la Blue Lagoon. Además en ella se encuentra el“Leif the Lucky” un puente que cruzan entre las dos placas, la americana y la europea. Los nuevos volcanes de Fagradalsfjall y Meradalir han comenzado su actividad en 2021. Por su disposición y su erupción no explosiva, son lugares impresionantes para observar las fuerzas de la naturaleza. La lava es muy fluida con lo que el espectáculo es increíble. Cuando las condiciones son seguras, hay varias excursiones y rutas que se acercan a la erupción.
Islandia es una falla que crece y que confunde todos los elementos telúricos. Así en la falla que separa América y Europa se creó uno de los primeros parlamentos del mundo. En esa falla que cuando no estalla se incrusta el agua creando algunos de los sitios de buceo más especiales del mundo. Una falla que alinea volcanes, que crea cascadas y geisers, un compendio de un planeta en movimiento.
Bucear en la falla de Silfra es posible y así como realizar muchas actividades de senderismo, montañismo y deporte de riesgo. Y también realizar vuelos en helicóptero sobre algunos de los volcanes de Islandia, como por ejemplo el Eyjafjallajökull.
El agua.
Elemento indispensable en Islandia por tratarse de una isla. Las bahías y fiordos que abundan sobre todo en la parte occidental, en la península de Vestfirdir (o fiordosde oeste) y en la región de Austurland. El mar ha sido la vía de la colonización y descubrimiento de América y Groenlandia. Hoy Reykiavik es una escala para ferries y cruceros que visitan la región ártica.
Otra de las grandiosas manifestaciones del agua en Islandia son por los glaciares, el Vatnajökull, el Hofsjökull, el Langjökull y el Mýrdalsjökull. Estas reservas de agua dulce alimentan cursos de agua y lagos como el Thingvallavatn (Þingvallavatn). La falla de Silfra, marca la dorsal que separa América de Europa, donde se bucea en las aguas más cristalinas y puras del planeta.
Las cascadas de Islandia son muestras de la tierra y algunas se encuentran entre los monumentos naturales más importantes de Islandia. La más famosa e ineludible, pues forma parte del circuito turístico del Golden Circle o Círculo de oro, es la de Gullfoss. No tan conocidas pero igual de espectaculares son las de Dettifoss, Skogafoss, Haifoss, Dynjandi, Godafoss, Svartifoss, Selfoss, etc…
El otro extremo de la isla en la zona nororiental se puede recorrer siguendo la Ruta del Círculo de Diamante o Diamond Ring. En un radio de 100 km alrededor de Húsavik encontraremos volcanes, fallas, cascadas, landas increíbles y paisajes encantados.
El agua en todos sus estados modela, perturba y alimenta el paisaje islandés. Precisamente uno de sus atractivos turísticos más importantes es el Blue Lagoon (Bláa Lónið), el Lago Azul, situado frente a las torres de la estación geotérmica, una de las plantas que alimentan a Islandia de energía barata y ecológica. En este paradisiaco lugar, en invierno o en verano es posible disfrutar de baños termales en un entorno prodigioso (no es el único, pero si el más conocido y caro). Una paradoja más de Islandia.
Pero no es el único lugar donde disfrutar de las aguas termales y la talasoterapia en Islandia. A un paso del centrando Reykjavik, en Kópavogur tenemos el Sky Lagoon con su piscina infinita, saunas y circuito igual Islandés de 7 pasos. Un nuevo complejo de bienestar y baños termales que hay que probar tanto en verano como en invierno. En el norte, cerca de Husavik, en los aledaños del lago Myvatn se encuentra otro centro termal que tampoco pueden dejar de visitar si sus pasos les llevan hasta allí.
El agua y el hielo se funden en dos lugares mágicos de Islandia. Ambos situados al sur del país y no demasiado lejos muestran las maravillas de este país. El lago glaciar de Jokulsarlon, lago creado en siglo XX por la fusión de los hielos del glaciar de Vatnajokull.
No muy lejos las cuevas glaciares de Skaftefell muestran bóveda helada esculpida por la naturaleza, que se hacen y deshacen con las estaciones.
También en la zona su de Islandia hay que visitar Vik i Myrdal, un pequeño pueblecito entre Landmannalaugar y Jokulsarlon. Junto al pueblecito se encuentran los acantilados de Reynisfjall que terminan en unos islotes agudos, las columnas o aguja de Reynisdrangar. Y del otro lado la espectacular playa de arena negra de Reynisfjara y el Arco de Dyrholaey, una meseta anclada entre marismas y paisajes dignos de las novelas de Lovecraft.
Justo antes de llegar a la zona de Vik, se puede visitar el DC-3 abandonado de la playa de arena negra de Sólheimasandur. Este avión. que tuvo que hacer un aterrizaje de emergencia, se ha convertido en un icono de Islandia.
Llenas de aire marino, de pescado y marisco están las islas Vestmann, al 30 minutos en ferry al sur de Islandia. Este archipiélago volcánico abriga el puerto pesquero más importante del sur Heimaey, millones de frailecillos, y senderos increíbles.
Una de sus islas, Surtsey surgió en 1963 de las profundidades y hoy es uno de los territorios más recientes de la Tierra. Por su gran interés natural y geológico forma parte del patrimonio mundial de la UNESCO.
El Aire.
La naturaleza naciente se expresa también con otro los símbolos de Islandia. El vulcanismo tiene su faceta explosiva con los volcanes y los cráteres humeantes, con las coladas de lava incandescente.
Los geisers, palabra de origen islandés, son otra de las manifestaciones de la lucha titánica que cruje bajo Islandia. El más famoso, el de Strokkur expele agua y vapor cada 14 minutos en el parque de Haukadalur, que forma parte de la ruta del Círculo Dorado.
El aire está poblado de misterio y belleza, hablamos de las Auroras Boreales, ese espectáculo celeste que sólo existe en las altas y bajas latitudes de nuestro planeta. En Europa las auroras boreales sólo de pueden observar cerca de los polos, donde el escudo electromagnético de la tierra es más débil. Esas cortinas de reverberaciones y choques de partículas son otra de las maravillas islandesas. Otro de sus mitos y de sus atractivos. Para visitarlas venga a Islandia desde octubre hasta marzo. En verano, a pesar del buen tiempo y precisamente por ello, las Auroras Boreales no son visibles.
Las auroras boreales pueden verse desde cualquier lugar de Islandia, basta que nos alejemos de las zonas pobladas, Reykiavik no es el mejor lugar para verlas sin duda. También existen excursiones organizadas si es lo que desean.
La Tierra.
La tierra infértil erosionada por la deforestación humana se embellece en cada cuesta en cada colina y recoveco de la geografía islandesa. Un decorado duro y rugoso, lleno de mitos y leyendas que, sin embargo, tendemos a mitificar. Un país para soñar e imaginarnos en la frontera del mundo de la civilización, pero finalmente un país con problemas y deseos similares a los de toda la Humanidad. Una imaginación que a veces va más allá de la realidad de un país con problemas como todos. Comentan los músicos del grupo Sigur Ros, que fuera de Islandia se piensa que los textos de sus canciones hablan de glaciares, elfos y paisajes desolados. En realidad, se refieren a desengaños amorosos, problemas sociales y temáticas dignas de las novelas de terror.
Esto no debe ocultar las bondades del sistema de bienestar escandinavo, la calidad de sus artes (literatura, música, pero también cine, artes gráficas y plásticas, diseño, arquitectura) y sus instituciones científicas, simplemente situar las cosas en su lugar y ver que, al final, todos los humanos nos parecemos.
La cultura y el arte en Islandia.
Las manifestaciones culturales en Islandia destacan por su profusión y calidad, sobre todo, teniendo en cuenta la pequeña población. La literatura, la música, las artes plásticas y el diseño, la arquitectura o tradiciones, -como su particular Navidad, poblada de 13 gnomos que visitan las casas en los días previos a la noche del 24 de diciembre-, son algunas de ellas. La cultura en Islandia es original, un poco fría al principio, pero cordial y sincera una vez que hemos ganado la confianza de nuestros anfitriones.
Islandia, además de su naturaleza y su turismo, se conoce gracias a su cultura y artistas, a sus novelas policíacas y a la crisis económica que ha sufrido. Muchos tópicos se han añadido a los anteriores, rudeza y confianza vikinga, idealización escandinava… Viajar a Islandia puede ser una manera de abrir nuestra mente al frescor del paisaje, sentir la fuerza del volcán, el poderío del geiser, la colosal verdad de la cascada, la grandilocuencia de la llanura que hiende en dos el Atlántico. Viajar a Islandia puede ser una forma de derribar tópicos, de saborear la gastronomía boreal, de vivir la noche de Reykiavik, meterse en la piel de un pionero y comprobar en primera persona, que uno de los tópicos al final se cumple. El de la amabilidad y la cercanía de los islandeses.
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