Islandia ha aparecido constantemente en los noticiarios de todo el mundo durante los últimos años. No han sido por sus volcanes, en fin, sí por el Eyjafjallajökull en 2010 que interrumpió el tráfico aéreo europeo durante semanas. No fue su naturaleza, ni su paisajes de sueño, no fueron sus excelentes bacalao, ni los éxitos de Bjork, no. Islandia acaparó durante días las primeras planas de la prensa mundial por su negativa a pagar los platos rotos del castillo de naipes financiero que se había creado en la isla. Una grave crisis, -auque todo es relativo, como dirán nuestros amigos latinoamericanos y españoles-, una crisis que hizo perder teóricamente al país un tercio de su riqueza y que parecía encaminar a Islandia hacia las tinieblas de la pobreza y la exclusión social. Al tiempo, para los turistas, la devaluación de la corona hizo que los precios bajasen y fuese más económico visitar Islandia.
Los autores no se ponen de acuerdo sobre los motivos y los imponderables. Sin embargo, el resultado es que Islandia se negó a pagar las deudas contraídas por sus bancos en el extranjero, evitando así la bancarrota e iniciando un periodo de recuperación que permite al país, cinco años después de la crisis arbolar orgulloso su política independiente.
La realidad, como siempre, es mucho más compleja. Así, las causas de la crisis se encuentran en la deriva consumista, en la pirámide financiera y en la burbuja inmobiliaria en la que en mayor o menor medida colaboraron la mayoría de los islandeses. Por suerte para ellos, la crisis parece haber servido de toque de atención y hoy Islandia controla como nadie a sus bancos y políticos. Su independencia energética (geotermia, hidroeléctrica) y alimentaria (agricultura y pesca) les han ayudado mucho, pero también la contestación social y la recuperación de un espíritu menos individualista, algo olvidado durante los años del boom.
Para más información les recomendamos la lectura del interesante blog de Geopolítica, Geopolíticas agitadas donde se habla con mayor profundidad de la crisis islandesa.
Por Alexander Paraskinnen para Guía de islandia.es